Testimonio desde Guinea
Hoy, 16 de Julio, nos ha llegado un testimonio de Noemí Pinto, de nuestra Delegación de Juventud, que os ofrecemos en la web.
Mbolo, amigos. Hola, amigos.
Ya han pasado los primeros diez días en África; cómo pasa el tiempo, y lo único que siento que de verdad he hecho ha sido empaparme de todo. Ver, sentir, tocar, oler, porque aquí todo es diferente.
Estamos en un pueblo que se llama Evinayong, capital del Centro-Sur de Guinea Ecuatorial. El colegio donde estamos desarrollando nuestro proyecto se llama "Carmen Sallés" de las Madres Concepcionistas. ¡Qué gran acogida han tenido con nosotras! Tan lejos y a la vez sentirte tan en casa, es un regalo.
El trabajo diario que realizamos en el colegio es darles un apoyo escolar y realizar talleres, manualidades, juegos, música… durante toda la mañana. Por las tardes, las estamos dedicando a arreglar clases y prepararlas para el comienzo del curso. Trabajar con niños siempre me ha parecido un regalo, pero aquí lo es más. Es increíble las ganas que tienen de estar en clase con nosotras; muchos los tenemos una hora antes de que comiencen las clases, y por las tardes esperan en la valla del patio para vernos otra vez. En la Misa del Domingo, el grupo de las "hermanas de verano", que es como nos llaman, estábamos rodeadas de niños, no entraban más. Te tocan, te agarran y, sobre todo, nos acarician el pelo, les encanta. Con sus sonrisas, es imposible que no puedan sacar la tuya.
Hoy, día de la Virgen del Carmen, hemos ido por primera vez a visitar a las familias más necesitadas para llevarles lotes de comida. Esto ha sido lo más duro; cuánta miseria, cuánto sufrimiento. Ancianos solos, que se unen para pasar los últimos días de sus vidas en la compañía de alguien. Y de sus caras de tristeza y de dolor aún se asoma una sonrisa cuando nos ven llegar o cuando les abrazamos.
Y, en medio de tanto sufrimiento, de tanto dolor, de tanta pobreza, estoy encontrando a Dios. A un Dios que se hace presente en sus sonrisas, en sus abrazos y en su mirada. A un Dios que piden que se les lleve en la Sagrada Eucaristía, porque no saben cuándo van a ir a su encuentro, a un Dios en el que confían y un Dios que también está en mí y me envía para darles un poco de esperanza entre tanta tristeza.
Seguimos trabajando, y vosotros seguid rezando por esta misión que tengo en mis manos. Y todo lo que hago y doy aquí también es vuestro porque antes me lo distéis a mí. “Dad gratis, lo que gratis habéis recibido”.
Akyba. Gracias.
Noemí Pinto Anglada.